Ahora mismo ¿qué es lo más valioso para ti? ¿Tu tiempo o tu economía?
Seguramente no vas a poder desvincular esas dos pequeñas fortunas, porque hoy, aunque nos duela, el tiempo es oro y el céntimo también.
Esta fórmula tan sencilla parece el mantra de todas las grandes compañías, vengan del sector que vengan, y sobre todo de sus departamentos de atención a cliente. Esa es la realidad, los expertos ahora sólo trabajan en tiempos y cifras. Facilitar la vida a las personas no vende.
Hoy en día, todos, o mejor dicho sólo los más afortunados, pasamos el día trabajando para poder llegar a fin de mes, pagar todas nuestras facturas ajustando al céntimo y, con un poquito de suerte, tener algo de dinero para “poder vivir”, pero ¿cuándo?
Al final del mes siempre queda otro pequeño “trámite”: lidiar con nuestros proveedores, sus responsables de atención al cliente o, peor aún, sus comerciales.
¿Lo tendrán medido?
¿Cuál es tu sensación al llamar a tu compañía de telecomunicaciones? Por lo general después de esperar más de 5 minutos marcando números, diciendo y re – pi – tien – do palabras al viento, mientras oyes una musiquita espantosa, ya no te quedan ganas de quejarte. Saben que la mente se relaja cuando por fin una persona, a cientos de km, te responde un: “Hola buenas tardes, le atiende Carmen ¿en qué puedo ayudarle?”
¡Estás quemado! Porque después de 15 años siendo un cliente ejemplar solo has recibido facturas. Eres tú quién debe sacar tiempo para perseguir al comercial, esa persona que nunca llama cuando la necesitas y a la cuál debes ir mendigando información, una rebaja o unos precios como los que ofrecen al nuevo cliente.
Si, has leído bien, hemos dicho mendigar. Para las compañías hemos pasado de ser Don Alberto, a ser un consumidor ofertero, un buscador que va a la desesperada tras la mejor promoción para poder ahorrar un poquito de aquí y de allá.
Y lo cierto es que les funciona. Porque mientras sea el señor Alberto el que les busque ellos seguirán ganando tiempo, y por lo tanto dinero.
Siembra vientos y recogerás un baja.
Cuando al cliente ya no le queda más que recurrir a la mítica amenaza “Vale, pues páseme con el departamento de bajas” aparece al otro lado del teléfono lo que llamamos “La falsa promesa ”.
Es sencillo identificarla, va unida a un “no se preocupe, pásese por nuestra oficina y lo arreglamos”. Y entonces picas, como todos.
Pensamiento inexplicable después de esos 10 minutos de cola, y mejor no hablamos de esa media hora para poder hablar con la dirección. Resultado: en la mesa sólo encontrarás dos cosas, un contrato con “mejores condiciones”, que aseguran tu permanencia durante 2 años más, y justo al lado tu solicitud de baja.
El sentimiento, es unánime “Me siento engañado”.
Las cosas se pueden hacer como todo el mundo, o como en Wiquot.com, una herramienta para gestionar todos tus contratos personales, que además de ahorrar tiempo negocia todos tus contratos de forma rápida y sencilla sólo cuando lo necesitas, justo antes de renovar.
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