Hoy en día, con estos ritmos vertiginosos de la sociedad moderna, deberíamos hacer un curso: “Experto en gestión y ahorro del tiempo y la memoria”. Eso, o recurrir a grandes “recordadores” que nos ayuden a llegar a todo.
Sin contar a nuestras madres, no hay agenda en el mundo que abarque de forma segura esa lista interminable de eventos y compromisos. Y si la hubiese, no tendríamos tiempo de estar consultándola constantemente. Dejando aparte familia y amigos, te queda una retahíla de reuniones, citas con clientes, visitas médicas… y por último la gran estrella: el papeleo. Esos trámites tediosos con plazos inmemorables, que siempre pueden esperar, hasta que dejan de poder hacerlo.
Hay que asumirlo, en la vida hay un orden natural para cada cosa, y los trámites han sido siempre, son y serán los primeros por la cola.
Hagamos la prueba ¿Cuándo te toca renovar el DNI? ¡Espera! No vale buscarlo en la cartera…
Probablemente en este momento estés haciendo la cuenta la vieja. “Si, lo renové más o menos en el 2009…” “Era aquel año seguro porque mi foto de carnet lo dice todo” “¿O no? ¡Ay! Aquel era el de la foto en color” “¿Era para 5 o 10 años?
Bien, no importa, como ves la cuenta la vieja no funciona, ya puedes sacar la cartera y buscar cuando caduca (la fecha está justo encima de tu firma). Si dices de inmediato y sin pestañear cuando te caduca el DNI tampoco importa, eres una especie en peligro de extinción.
¿Por qué su renovación está destinada al olvido? Por una sencilla razón: es algo aburrido y en principio, solo en principio, prescindible.
Esa misteriosa fecha, precedida de un “Válido hasta”, únicamente resonará en tu mente como un manta el día que tengas que hacer otro trámite, puede que más pesado todavía o puede que la llave a tus vacaciones. Sólo sabrás que la has liado parda cuando en un momento clave algún funcionario pronuncie la frase: “Lo siento mucho, pero tiene usted el DNI caducado”
Si sabes que #TeVasAolvidar ¿Por qué no ponerle arreglo?
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